La verdad que no me acuerdo cuando me hice hincha de Melgar, debe haber sido en una de esas edades en las que los recuerdos son tenues, me parece que en mi caso fue todo un proceso. Solo recuerdo que en mi casa se respiraba el ambiente rojinegro. Mi bisabuelo hablaba de Melgar, mi tía abuela lo mismo, mi mamá comentaba que mi tío abuelo había madrugado para ir al estadio a formar cola para comprar entradas para un partido de la Libertadores. Sacando linea me imagino que era el año 82 u 83, pues tengo 36 años y nací en el 78 por ende a mis 4 o 5 años, era poco lo que podía captar de lo que se comentaba en ese entonces, hoy, con la madurez de mis 36, puedo contarles que desde ese momento ya se iba gestando un hincha.
Recuerdo también que se formaban largas colas para entrar al estadio, no habrían el estadio con tantas horas de anticipación como se estila hoy, lo curioso es que el mismo tío abuelo que madrugaba a comprar las entradas, mientras los demás formábamos colas para ingresar, ya separaba asientos en el interior. No recuerdo exactamente la sensación que me produjo ingresar por primera vez a un estadio, me gustaría recordarlo, no recuerdo cual fue el primer partido que ví, solo recuerdo partidos que me quedaron en la retina; pero que no son exactamente el primer partido que vi de mi Melgar. Aquel partido con nuestras hijas de Beaterio, a estadio lleno, con gente trepando los muros y rompiendo mallas para ingresar es un recuerdo fuerte, nuestras hijas con sus pomposos refuerzos argentinos y nosotros con todo el estadio a favor es lo que más recuerdo, ellos tuvieron que esperar en la boca del tunel hasta que salga Melgar para salir junto a nosotros para no comerse el abucheo del respetable, que era netamente rojinegro. No recuerdo cuanto quedó el partido, creo que ganamos; solo recuerdo que ese año ellos se reforzaron muy bien y la prensa hablaba maravillas de ese equipo; pero en el verde fue Melgar el que se impuso.
Como olvidar aquel partido contra las gallinas en el que un indignado jovencito, me imagino que en ese entonces ya tenía unos 12, escuchaba como los Arequipeños hinchas de la u repetían como corderitos los cánticos de los limeños que llegaban, cánticos que insultaban a nuestra ciudad y a ellos mismos en su condición de Arequipeños, es en ese entonces que mi hinchaje se terminó de afirmar, para mi era incomprensible ir en contra de los tuyos, me parecía una estupidez, por ello dentro de mi, pensé y decidí, esto es lo mío, este es mi equipo, estoy más seguro que nunca concluí. Desde ese entonces no he dejado de ir a ningún partido, doy gracias a mis padres por haberme permitido dejar fluir este sentimiento; pero sobre todo por haber solventado este capricho, aunque hubo algunas veces que me dijeron también: Que tanto Melgar, Melgar... y en su momento también me rebelé a ese hecho, pero igual al final si mi padre no quería que vaya, mi madre era la que se inmolaba y viceversa, hoy puedo solventarme solo y lo seguiré haciendo, pues no hay sensación más linda que vivir rodeado de rojinegros, primos, tíos, padres, compañeros de trabajo amigos, todos... hacen que este hinchaje sea más que placentero.
Es así que he presenciado mil batallas, memorables partidos, excitantes momentos, alegrías indescriptibles; pero sobre todo el orgullo de ir a cualquier lado y marcar la diferencia diciendo ¡SOY HINCHA DE MELGAR HUEVÓN!
¡ETERNAMENTE ROJINEGRO!